10 cosas que aprendí en un grupo de lucha de hombres gays

Un club o grupo de lucha gay a menudo se entiende con connotaciones sexuales o eróticas. Sin embargo, lo cierto es que detrás de su práctica hay bastante más que una fantasía sexual.

Cuando decidí dar el paso y practicar este deporte, aprendí muchas cosas. Y hoy quiero compartirlas contigo. Desde aquí te animo a que lo pruebes, al menos una vez en tu vida. Te sorprenderás.

10 cosas que aprendí en un club de lucha gay

Somos mucho más fuertes de lo que pensamos

Durante toda mi vida me consideré frágil a nivel físico. Jamás fui aficionado al deporte o un adicto al gimnasio. Pero, ¿cuál fue mi mayor sorpresa? ¡Vencí a hombres mucho más fuertes y hábiles que yo! ¿Cómo lo hice? Aguantando más tiempo y dejándolos sin aire con un movimiento de tijera sirviéndome de mis piernas.

Después de varios enfrentamientos he descubierto que tengo una fuerza y una capacidad de resistencia que no había percibido nunca antes. Estoy seguro de que esto nos ocurre a todos nosotros. En realidad, todos somos mucho más fuertes de lo que tendemos a pensar.

Nuestros pensamientos se interponen en nuestro camino

Ser golpeado, bloqueado y controlado puede hacer que florezcan viejos recuerdos o sensaciones desagradables. Especialmente, si en tu pasado sufriste agresiones o acoso. Cuando este tipo de emociones aparecen dentro de un encuentro de lucha, debes aprender a reconocerlas sin que estas lleguen a afectar a tus actos. Es importante aprender a distanciarnos de nuestros pensamientos y no permitir que nos hagan dudar de nosotros mismos o distraernos de nuestros objetivos últimos.

Ganar a veces nos hace sentirnos culpables y deseamos perder

Soy Libra y además bastante humilde. Disfruto cuando los demás me superan y a menudo tiendo a ceder el protagonismo para empoderar a otros más marginados que yo. Sin embargo, en los combates de lucha libre siempre se termina con un vencedor y un perdedor.

Fue en uno de mis primeros encuentros cuando me enfrenté a un chico muy guapo, pero que en realidad era más débil y menos ágil. Lo pasé francamente bien durante el combate y no deseaba que aquello acabase demasiado pronto, pero al mismo tiempo no deseaba que se sintiera débil al ser dominado tan rápidamente.

Nuestro encuentro llegó a su fin en un empate, y el tiempo restante de aquel día me estuve preguntando por qué no había tomado la decisión inmovilizarlo. ¿Por qué ganar me generaba tantos sentimientos de culpabilidad? Me llegué a sentir estúpido.

Pero esa experiencia me sirvió para hacerme una promesa en futuros encuentros. Lucharía por alzarme con la victoria a partir de entonces, porque sabía que si no lo hacía me estaría mintiendo a mí mismo, pero también a mis combatientes porque nuestros encuentros no serían auténticos si yo perdía intencionadamente.

Luchar no es tan erótico como crees

Sí, sé que estás habituado a ver en Internet muchas páginas que enfocan la lucha libre como algo erótico y pornográfico. Sin embargo, durante los combates inviertes tantísima energía luchando que no hay espacio para la excitación. No importa si un hombre guapo te inmoviliza, lo más probable es que te acabes sintiendo realmente agotado como para llegar a tener una mínima erección.

No me malinterpretes, cada uno puede practicarlo como desee. Por ejemplo, en internet hay muchas páginas web orientadas a generar encuentros de lucha libre con chicos gays, bisexuales o heterosexuales. Algunos de ellos están tematizados con ambientes de fantasía, eróticos… Pueden ser grupales, en el colchón de un hotel, de dos en dos… ¡Las posibilidades son infinitas!

Como podrás imaginar, en estos grupos hay cierto componente sexual, aunque también en algunos de ellos se especifica que no son de tipo erótico. Eso sí, puede ser que en uno de estos un chico coquetee contigo.

Hay muchos tipos de encuentros

En mi grupo de lucha gay se hacían varios combates amistosos de sumisión. Sin embargo, otros participantes se decantan por la lucha greco-romana, con mayor intensidad y conocimientos técnicos. Por ejemplo, unos prefieren el jiu-jitsu brasileño donde la lucha en el suelo es importante y se usan presas de sumisión o bloqueos de articulaciones. Otros, sin embargo se decantan por el kickboxing tailandés, el sumo o el judo.

También existen encuentros de fantasía que ya están planificados de antemano. En ellos hay uno que suele ocupar el rol de dominante o heel, mientras otro es sumiso o perdedor (jobber). Además la lucha va acompañada de ciertos guiños teatrales.

Hay, por supuesto, otras opciones más extremas donde no hay reglas y se permiten puñetazos, arañazos u otro tipo de prácticas más violentas. Todo dependerá de tus gustos.

La ausencia de reglas puede ser algo peligroso

Si no buscas joder tu cuerpo, debes seguir una serie de reglas básicas. Si decides no seguirlas deberás comunicarlo previamente a tus adversarios. Si uno de ellos te hace por ejemplo un bloqueo doloroso, debes avisarle diciéndoselo o dándole una palmada. Eso será mejor a lesionarte.

Sin embargo, no debes dejar que el miedo a ser lesionado te impida luchar. Tus oponentes tenderán a ser compasivos y evitarán hacerte daño.

El objetivo no siempre es ganar

Un compañero de mi grupo comentó que no buscaba desafiar a ningún oponente en particular. Sabía que no tenía posibilidades de ganar. Entonces le dije que el objetivo no siempre era ganar. Aprender es vital, comprobar nuestro aguante o simplemente conocer nuevos amigos.

Y es que, una vez que has luchado contra otro hombre, se hace mucho más fácil charlar, tomar algo juntos o incluso crear una amistad. Si tu miedo a perder te hace dar un paso atrás perderás oportunidades de conocer a otras personas y desperdiciarás la ocasión de conocerte a ti mismo y enriquecerte.

Los grupos de lucha gay a veces excluyen a otras personas

En mi caso, mi grupo aceptaba a chicos transexuales. Sin embargo, un chico trans que practicaba lucha con nosotros mencionó que en el e-mail de bienvenida decía que no hay por qué sentir vergüenza al tener una erección. Sin embargo, no mencionaba cómo había que sentirse si uno tenía pechos y no tenía pene. Sobre todo cuando la mayoría de participantes llevaban camisetas que dejaban poco a la imaginación.

Cuando se lo comentaron al líder del grupo, él agradeció el comentario y desde entonces se redactaron los textos con un tono más inclusivo.

Cuando el contacto piel con piel no es sexual, a veces muchos hombres se asustan

No soy especialmente cariñoso con mis amigos hombres. ¿La razón? El contacto con ellos lo he llegado a asociar al sexo, no a algo amistoso o afirmativo. Esto es una pena porque los estudios demuestran que el contacto piel con piel tiene grandes beneficios para la mente y el cuerpo.

Aún así, mi grupo de lucha no me ha convertido en alguien más cariñoso con los hombres, pero me ha invitado a cuestionarme cosas sobre ello. Dar abrazos o poner el brazo sobre sus hombros cuando me venga en gana, hace que nos sintamos bien tanto ellos como yo.

Es importante vivir tus propias fantasías

Pasé mucho tiempo sin hacer esto porque tenía la creencia de que luchar con otros hombres era algo esencialmente sexual. Además, me daba miedo que me hiciesen daño o sufrir alguna lesión. Sin embargo, gracias a esta experiencia he aprendido todo tipo de cosas que antes me estaba perdiendo. Por eso, te animo a que lo pruebes y lo disfrutes.

Explorar esta fantasía me ha ayudado a enriquecerme, a conocer a nuevas personas y entablar nuevas amistades. Si te niegas tus propios deseos estarás frenando tu propio desarrollo. Sé valiente y participa. Esto hará que otros también lo hagan. Entre todos podemos hacernos más fuertes e interesantes.