10 súper poderes que adquieren los adolescentes LGBT dentro del armario

Vivir una adolescencia dentro del armario, ocultarnos como adolescentes LGBT y vivir nuestra juventud en un silencio alimentado por el miedo, es una de las experiencias más negativas que un ser humano puede vivir durante el desarrollo de su identidad. A pesar de que cada vez somos más visibles, aún hoy muchos adolescentes LGBT toman la decisión de vivir dentro del armario. Bien porque no se sienten preparados, bien por cualquier otra causa. Pero al final, es una decisión personal.

Sobre todo las personas que nacieron en la década de los 90 o anteriores, se han visto más obligadas o condicionadas para vivir en el armario. Dichas generaciones LGBT se han escondido con mayor fruición.

Sin embargo, independientemente de lo negativo que resulta vivir en un armario y renunciar a nuestra identidad adoptando otra falsa, también sirve como una forma de crecimiento y resiliencia.

Si en el pasado viviste tu adolescencia y juventud dentro del armario o si la estás viviendo ahora porque no te sientes preparad@, debes saber que esa experiencia también esconde una gran riqueza. ¿Conoces los superpoderes que desarrollan los adolescentes LGBT que viven su juventud dentro del armario? ¡Presta atención!

Descubren muy pronto que el ser humano a veces es superficial

Quizá ese es uno de los impactos más fuertes que recibe un niño o un adolescente LGBT cuando toma conciencia de que lo es y desarrolla su identidad. Descubre muy pronto que vivimos en un mundo donde se practica la discriminación gratuitamente con la única finalidad de arrinconar y castigar a aquellos que son diferentes. Si bien esto puede ocasionar heridas emocionales, también les sirve como un baño de realidad, bastante precoz sí, pero que sin duda les proporciona una visión del mundo estimulante.

Esta visión les mueve a cambiar las cosas y mejorar el mundo. Gracias a ello detectan dónde falla el sistema (porque ellos sufren las consecuencias de esos fallos), identifican dónde se encuentra uno de los fracasos más importantes de la sociedad. Sin su experiencia y su testimonio, no sería posible hacer que las cosas cambiasen.

Cuentan con una gran capacidad para detectar a personas vulnerables

Conocen la indefensión, saben lo que significa estar indefensos ante un sistema que no cuenta con un espacio para todos. Su conocimiento del dolor que supone la incomprensión y la (aparente) soledad durante sus años de adolescencia, les hace reconocer los indicios de la vulnerabilidad. Cuando una persona marginada, incomprendida o indefensa (sea por la cuestión que sea) está ante ellos, tienen mayores capacidades para detectar sus heridas.

Experimentan una maduración emocional anticipada

Atravesar las profundidades de la fractura social, y además hacerlo en soledad, les lleva a plantearse cuestiones que a menudo no son propias de su edad. Su incapacidad para comprender por qué unas personas persiguen, castigan y discriminan a otras les pone en una posición de reflexión obligada.

Tener conciencia de que forman parte de una minoría y de que, a menudo, se ven obligados a esconder y camuflar su identidad, les lleva a plantearse (consciente e inconscientemente) cuestiones morales y psicológicas complejas. «¿Qué importancia tiene la diferencia?» «¿Existe el derecho a discriminar a otro ser humano por no ser igual que la mayoría?» «¿Cómo es esa parte de mi identidad que tanto se castiga y por qué se castiga realmente?».

Tienen una visión privilegiada sobre el concepto de diversidad

Un libro de teoría puede proporcionar un vago acercamiento a un concepto. Una visión teórica y lógica pero que está lejos de la experiencia real. Un joven que no sufre discriminación, difícilmente podrá poseer una gran conciencia de lo que significa la palabra diversidad, dónde está su riqueza y por qué debe reconocerse y posicionarse dentro del imaginario colectivo, también en el ordenamiento jurídico.

Conceptos como la tolerancia, la solidaridad o la empatía adquieren un cariz diferente y especialmente profundo para todos aquellos que han sufrido de agresiones, discriminaciones e intolerancia. De alguna manera, aquellos que viven el hambre, valoran mucho más la riqueza y la importancia del dinero. Valoran más las cosas materiales porque identifican cuál es su función y cuáles son las consecuencias de no tenerlas.

Lo mismo ocurre con el amor, la tolerancia, la integración o la compañía. Son aquellas personas que no las experimentan o las disfrutan, las que por eso mismo, saben valorar lo importantes que son para un ser humano.

Sufrir discriminación estimula su capacidad de empatía

Vivir durante toda una adolescencia o incluso infancia fingiendo que eres quien no eres, es una soberana injusticia. La conexión con la vivencia continuada de una injusticia y aprender a convivir con situaciones, ambientes y comportamientos injustos, le hace adquirir importantes nociones de moralidad. Es por eso, que cuando perciben algún tipo de discriminación o trato injusto a una tercera persona (aunque a menudo no intervengan para impedirlo, a veces por su propio miedo a ser juzgados), lo sienten con una gran intensidad. Saben del sufrimiento que se produce en las víctimas de injusticia. Son increíblemente capaces de ponerse en la piel de otras personas.

Desarrollan grandes fortalezas: Tienen mayor autonomía e independencia

Tener que desarrollar una identidad paralela para poder, literalmente, sobrevivir, les ayuda a encontrar un criterio propio. Son ellos mismos quienes se ven obligados a buscar métodos y conductas de supervivencia en completa soledad, en su propia intimidad. Como en la gran mayoría de los casos no se atreven a contar a nadie que son LGBT, se ven obligados a recorrer un trayecto difícil en soledad. Sin un guía o una ayuda.

Esto les hace desarrollar capacidades de visión estratégica y los convierte en personas bastante más autónomas e independientes (sobre todo a nivel emocional) que aquellos que no tienen nada que ocultar porque la sociedad no les ha obligado a hacerlo.

Alcanzan un conocimiento profundo de sí mismos

Al saberse señalados desde su infancia por contar con una personalidad no normativa, unos intereses no normativos o unos comportamientos no normativos (por ejemplo, jugar con barbies y muñecas siendo niño), aprenden a analizarse a sí mismos. Cuando desde el exterior te señalan constantemente o señalan constantemente a alguien que es similar a ti, te ves obligado a entender qué es lo que se señala. Es entonces cuando comienzas a plantearte quién eres, cuáles son tus rasgos, tus fortalezas, debilidades y oportunidades.

Su sensibilidad se dispara

Una buena parte de los artistas más rompedores de la historia vivió una infancia dolorosa o una adolescencia marcada por la incomprensión. Esa es una realidad de muchos adolescentes LGBT que viven en el armario. Tienen que asimilar, digerir y procesar tantas cosas complejas y a menudo dolorosas, y hacerlo en completa soledad, que acaban adquiriendo una visión más profunda del arte, pero también del mundo.

Anclan sus pies a la tierra y a menudo se centran en su futuro como adultos

El miedo, la falta de alicientes ante un entorno bastante oscuro o el aburrimiento que les provoca la mediocridad de aquellos que discriminan como borregos sin pararse a razonar o cuestionarse cosas, a menudo les convierte en ratas de biblioteca. Son muchos los adolescentes que se dicen a sí mismos: «De acuerdo, tengo que atravesar este camino quiera o no. Pero llegará un momento en el que me valga por mí mismo. Tendré un trabajo y viviré en una gran ciudad, siendo libre». Este tipo de planteamientos ante la vida (muy maduros para su joven edad), les lleva a desarrollar una motivación bastante fuerte y a ser realmente brillantes como alumnos.

Tienen una visión global del machismo y el heteropatriarcado

Sufrir la homofobia o la transfobia en sus propias carnes les lleva a indagar sobre ello. ¿De dónde viene la homofobia? ¿Qué les lleva a comportarse así a los homófobos? Es entonces cuando comienzan a identificar los preceptos del ideario machista que sostiene las bases de la sociedad. Identifican que necesitamos una visión más femenina, más feminista. Más igualitaria a todos los niveles.