
Amor y guerra: El ejército de Tebas formado por amantes homosexuales
¿Quién de vosotros no ha visto la película 300? Hace ya 14 años que Zack Snyder llevó a la gran pantalla la batalla de las Termópilas, protagonizada por Gerard Butler en el papel del Rey Leónidas. Él fue el encargado de reunir un grupo de 300 hombres (que por tamaño no podía considerarse ejército) para luchar contra los persas.
Sin duda nos dejó momentos para el recuerdo y algunas otras escenas que deben permanecer mejor en el cajón del olvido. De hecho, utilizaremos imágenes de la película para ilustrar este artículo, aunque sea un ejército diferente al de Tebas. Y es que… tristemente no existe ninguna películas sobre él… ¡Una pena!
Hoy queremos hablaros de otro ejército, uno mucho menos conocido pero que logró grandes resultados a través del uso de una estrategia única. ¿Os suena el Batallón sagrado de Tebas? Debemos a escritores como Heródoto, Tucídides y, sobre todo, a Plutarco su registro en la historia. A este último se le resta credibilidad por su narración basada en los simbolismos, pero es de quien mayor información se puede extraer para conocer su creación y desarrollo.

Plutarco narra que el comandante y noble tebano Górgidas se encargó de crear una unidad de élite formada por 150 parejas de hombres, 300 soldados. Cada pareja estaba formada por un conductor (heniochoi) y un aprendiz más joven pero capacitado para la batalla (paraibatai).
El primero era el encargado de formar tanto en combate como en rectitud a su compañero. Parte de su adiestramiento consistía en el establecimiento de relaciones sexuales que generasen un vínculo irrompible entre las parejas para potenciar su ferocidad en combate.
Recordemos que en Grecia este tipo de relaciones eran aceptadas puesto que para los griegos importaba la posición social más que la orientación sexual. Se dividían en “activos” y “pasivos”, siendo los activos adultos y los pasivos jóvenes, de menor estatus. Aquellos que tenían el papel pasivo (independientemente de su género) pasaban a ser considerados inferiores a nivel social, de forma que resultaba vergonzoso ser penetrado por alguien de esa categoría.

Con esta estrategia se persiguió que todos combatiesen de un modo imparable con la intención de que sus amados no fuesen dañados. En caso de que uno de ellos muriese, garantizaban que los soldados siguiesen luchando como venganza personal. Gracias a la aceptación por parte de la legislación tebana, el Batallón Sagrado solo tendría que participar en batallas importantes, y no tendrían misión alguna en periodos de paz.
La lógica que llevó a Górgidas a crear este ejército la recoge Plutarco en sus obras:
Para varones de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.

La Batalla de Tegira que tuvo lugar en el año 375 a.C fue el primer acontecimiento importante en el que salieron victoriosos. Esto logró que la sociedad tebana aplaudiese y reconociese el valor del grupo de soldados. Se dice que sus enemigos, los espartanos, los superaban en proporción 2:1 o 4:1 según el autor. A partir de ese enfrentamiento, el beotarca Pelópidas (un magistrado de la Liga Beocia) los reclutó como guardia personal y como ejército de élite.
El grupo combatió para los griegos durante 33 años. En ese periodo ganaron las batallas de Leuctra y Mantinea, donde vencieron a los espartanos y al ejército de los Homoioi. La historia dota de orgullo a este batallón al ser los únicos que fueron capaces de derrotar a los espartanos. La estrategia que ideó Górgidas para crear esos lazos ofreció resultados mayores de los que habría cabido esperar para el ejército que cada vez ganaba más fama y poder.

La última batalla en la que formaron parte tuvo lugar en Queronea, en el año 338 a.C. En esta combatieron contra Filipo II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno, quienes acabaron con la independencia de las ciudades- estado griegas.
A pesar de que otras tropas tebanas huyeron al verse superados, el batallón sagrado luchó hasta el final, pereciendo en toda su totalidad según narra Plutarco. Excavaciones posteriores encontraron únicamente 254 esqueletos, así que preferimos pensar que algunas parejas se salvaron y lograron encontrar la paz.

Se dice que el propio Filipo dedicó las siguientes palabras al ejército tras su victoria:
«Perezca quien sospeche que estos varones o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente».
Por desgracia, el paso de los años enterró esta historia del mismo modo que han lapidado a otras figuras famosas del colectivo homosexual. Solo a través de la continua lucha del movimiento LGTB+ con el que tratamos de visibilizar lo que hicieron generaciones anteriores a la nuestra podremos llegar a un estado en el que no se nos juzgue ni suframos discriminaciones. Nosotros no nos rendiremos, al igual que el batallón sagrado.
Ahora confiamos en que algún director lea este artículo o su historia en cualquier otro lugar y se decida a realizar una película protagonizada por este ejército de héroes que luchó hasta el final por quienes amaban y por la patria a la que juraron defender.
