Christopher, el chico del metro

¿Nunca has estado por ahí y te has cruzado con alguien que sabes que puede ser #LaPutaPersonaDeTuVida? Seguro que te ha pasado alguna vez…  

Y en esta situación, ¿qué haces? 

A) ¿Te insinúas con la mirada para comprobar si te sigue el rollo?

B) ¿Le echas un morro que flipas y le pides su Insta / whats?

C) ¿Le fotografías a escondidas para observarlo adorarlo desde la distancia?

D) ¿No haces nada porque eres una persona normal que busca pareja en Tinder?

Yo, Edu Prieto, normalmente hubiese optado por no hacer nada, pero en aquella ocasión algo me impulsó a hacerle una foto “a escondidas” a aquel desconocido al que llamé Christopher. Ocurrió en el metro mientras iba de camino al instituto y a partir de ese momento mi vida se puso patas arriba (más todavía). 

Ese solo fue el principio del viaje. Un viaje de descubrimiento que me llevó a buscar a ese desconocido por cada rincón de Madrid. Pero Christopher no aparecía por ningún sitio. 

Al que sí encontré fue a Diego, mi vecino del cuarto izquierda, que me confesó su amor. Aquella confesión me dejó en shock, pues Diego fue el primer chico del que me enamoré… pero ya no estaba por él. Lo nuestro ha terminado convirtiéndose en algo más fraternal, al menos por mi parte. 

Luego está Tomy, el novio de Laia (mi mejor amiga del instituto), que se convirtió en mi novio. Mi primer novio. Con él descubrí lo que era tener una relación sentimental y sexual. Vivimos unas navidades IN LOVE, puesto que lo nuestro duró lo mismo que las vacaciones de Navidad. 

La rutina me trajo algunas sorpresas: volví a encontrarme con el chico del metro, terminó mi relación con Tomy, mi mejor amiga se enteró de que estaba saliendo con su ex… y se vengó. Y yo decidí aislarme un poco del mundo… 

Con la llegada de la primavera regresó mi hermana a Madrid y lo hizo embarazada. Si tenemos en cuenta que nos llevamos casi once años y que desde hace mucho he vivido como “hijo único”… Su regreso me obligó a tener que volver a compartir mi espacio… #DRAMA.

Luego vino la graduación, la reconciliación con Laia, la EvAU, la peluca roja del Orgullo, Elshy Pussy, el nacimiento de mi sobrino,… y un paseo muy especial…

¡Ah! Se me olvidaba contarte dos cosas. La primera, que me encanta el McFlurry de Kit Kat con topping de chocolate blanco. Y la segunda, que tengo un gato que se llama Cat Drogo (algo así como Khal Drogo, pero en versión felina). Es un amor, aunque me mordisquee los calcetines y sea un poco… cabrón.

Fdo. Edu Prieto (prota de la historia).

¿Te has quedado con ganas de seguir devorando esta historia?

Hace poco tuvimos el placer de descubrir a Jesús M. Marcos, un escritor alicantino que se dedica al mundo de la docencia y la redacción publicitaria. En cuanto nos habló de su proyecto de ficción automáticamente nos sentimos atraídos por la historia que se esconde detrás de Christopher, el chico del metro. 

A pesar de contar con bastante experiencia en el mundo de la creatividad, nunca antes había llegado tan lejos con un proyecto literario. De hecho, esta novela fue el resultado de un período de cambios en su vida:

«La idea surgió en un autobús, cuando regresaba a casa después de un día de trabajo en la Escuela Superior de Publicidad. El autobús se convirtió en el lugar donde fui dándole forma a la estructura. Pasaron varios meses y la Escuela cerró. Pero, en lugar de convertir mi nueva situación laboral en un drama, comencé a desarrollar esa estructura que tenía. En el fondo, todo pasa por algo. Y lo que no, pues también». 

En muchas ocasiones, los cambios repentinos pueden servir para ponernos en marcha en dirección a lo que siempre hemos deseado. En el caso de Jesús siempre hubo una clara orientación hacia la creatividad: «Desde siempre me ha gustado contar historias. Supongo que por eso hice de la redacción mi profesión», revela.

Tener claro cuál era el rumbo que deseaba seguir le ayudó a orientar sus estudios en la dirección correcta. Se graduó en Comunicación Audiovisual y más tarde se especializó en el mundo la Publicidad, el Marketing y el Social Media. No obstante, su cita con la escritura era algo pendiente y que, tarde o temprano, derivaría en la publicación de una novela. «Mi relación con la narración comenzó hacia el año 2003. Fue entonces, al cumplir los 15, cuando me regalaron mi primer ordenador. Y desde ese momento fui adquiriendo el hábito de narrar historias a golpe de teclado. Un hábito que 18 años (y 5 ordenadores) después continúo manteniendo«.

El resultado ha sido Christopher, el chico del metro. De fácil lectura, estilo directo, narrada en primera persona y con una trama bastante intrigante, esta novela romántica gay cuenta con una anécdota bastante especial. El nombre del personaje que da título a la obra se llama Christopher y esto no es casualidad. En realidad, se trata de una referencia velada a los disturbios que se produjeron en Nueva York hacia 1969. «El nombre de Christopher lo escogí por ser el nombre de la calle donde se encuentra el Stonewall Inn. Es decir, que es mi pequeño homenaje a todas las personas que lucharon por los derechos del colectivo y que, gracias a ellas, los que hemos llegado después, como Edu o yo, lo hemos tenido más fácil».

Desde la editorial, Círculo Rojo, hablan de su primer trabajo en unos términos bastante interesantes:

Christopher, el chico del metro es una novela que destaca, entre otros aspectos, además de por su novedosa y moderna propuesta narrativa, por el extraordinario dominio de la prosa, que, sin ser vulgar, es cercana, amable y fácil, pero también dura y explícita en determinados momentos; por el amplísimo vocabulario que maneja el autor, por la descripción tanto de los distintos espacios por los que se desarrollan las tramas (descritos con un extraordinario grado de detalle y precisión) como de los personajes, principales y secundarios (aunque destaca especialmente el protagonista, narrador además, perfectamente diseñado y dotado de una complejidad importante, lo que le hace bastante poliédrico y con altas dosis de contenido subjetivo y psicológico).

Además, desde la web Nosgustas, también se han hecho eco:

Christopher, el chico del metro es el título de la novela creada por Jesús M. Marcos y destinada a los jóvenes LGTB. El autor, alicantino aunque residente en la provincia de Segovia, presenta una historia actual que podría ser el reflejo o el sueño de un adolescente que transita a su juventud, por lo que tendremos dosis de amistad, familia, amor, sueños, dolor, un poco como la vida misma.
En la obra se narra la historia de Edu, de 17 años, quien en uno de los viajes que realiza en metro para ir a su instituto, sufre un flechazo.

Un viaje tan habitual y anodino se convierte en un viaje que le llevará a conocer otras facetas de su vida y de los demás. Sucesos y personajes que aparecen descritos con sumo cuidado pero que no restan agilidad a la lectura de cada capítulo. Un título con el que la juventud LGTB se puede sentir identificada y que se suma a la literatura dedicada a los jóvenes (que ya hubiéramos querido algunas de las personas no tan jóvenes) donde poder reflejar esos primeros momentos de paso de la adolescencia a la juventud y el mundo que rodea esa situación.

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