
Jonathan Bailey: ‘Llegué a pensar que para ser feliz, necesitaba ser heterosexual’
Al inicio de su carrera, Jonathan Bailey, el actor que pudimos conocer en Bridgerton, escuchó unas palabras que le perseguirían durante años y condicionarían su vida e, incluso, la forma de verse a sí mismo.
“Hay dos cosas que no queremos que se sepan bajo ningún concepto: La primera es, si eres alcohólico. La segunda, si eres gay”.
Las pronunció un amigo suyo y, lo peor de todo, es que lo hizo con la intención de brindarle consejo a la hora de gestionar su carrera que, entonces, estaba comenzando a desarrollarse.
Después de reconocer que se sentía incómodo siendo considerado un “símbolo sexual”, el actor revela que le ha resultado difícil conciliar su carrera como actor con su vida personal. Ya había hecho saber a sus amigos y familiares que era gay cuando tenía 20 años por lo que, introducirse en el armario nuevamente para poder labrarse una carrera dentro de Hollywood le hizo sentirse dividido e incómodo consigo mismo.
Recordemos que finalmente salió del armario a nivel público en 2018. Hoy, el actor de 33 años ha reconocido que lo pasó mal porque el miedo a destruir su carrera acabó con su tranquilidad y estabilidad mental. Le aterrorizaba la idea de que a partir de entonces fuese rechazado o encasillado durante los procesos de selección y casting de futuros proyectos. Algo que, por otra parte, siempre le habían advertido otros actores gays: ‘Si sales del armario, te ocurrirá a ti también’, le dijeron.
“Pensé que para ser feliz, tendría que ser heterosexual”.
El actor, como tantos otros artistas, sitúa su profesión y su carrera como un importante factor de felicidad y salud mental:
“Tan sólo con que una de esas personas que ostentan posiciones de poder dentro de la industria te digan algo así es suficiente. Sí, por supuesto que pensé que para ser feliz tendría que ser heterosexual”, reveló el actor explicando el alcance que pueden tener este tipo de consejos en la salud mental.
A medida que fue pasando el tiempo, Bailey comenzó a desprenderse de aquellas palabras que un día le dijeron y comenzó a caminar hacia sus propósitos, únicamente permitiendo que su felicidad fuese lo que guiase sus decisiones. De este modo, escogió abrirse y expresar quién es realmente. Vivir su vida en función de su propios términos, incluyendo, por ejemplo, la libertad de utilizar su propia imagen dentro de su perfil de Tinder.
“Llegué a un punto en el que simplemente pensé: ‘A la mierda con todo esto’. Prefiero tener la libertad de tomar la mano de mi novio en público o de poder subir una foto de mi cara a Tinder y que eso no suponga más preocupaciones que conseguir un papel”, concluyó.