La desgarradora carta de un preso sobre los abusos que sufrió en prisión

«He sido sentenciado por mi tercer delito. Cuando entré en prisión ni siquiera sabía qué era lo que podría esperar. Ciertamente, nada de esto. Soy un hombre blanco, alto, que, lamentablemente, tiene algunos rasgos femeninos. Además soy muy tímido. Estas características han hecho que me violen tantas veces que, puedo decir que ya no me quedan sentimientos.

He sido violado por hasta 5 hombres negros y dos blancos a la vez. Me han puesto cuchillos en la cabeza, en la garganta. He intentado luchar pero me han golpeado tanto y tan fuerte que he llegado a pensar que me iba a quedar ciego. En una ocasión, cuando decidí negarme a entrar en una celda, fui brutalmente agredido por un agente y después llevado a aislamiento. Yo sólo quería evitar que ocurriese lo mismo de siempre, solo quería no dormir con mi compañero de celda. 

Desde el momento en que se cierra la celda no existe ningún tipo de supervisión. Aquel día, cuando intenté evitar dormir en mi celda, un funcionario me dio un informe de conducta y le expliqué cuál era mi problema. Su única respuesta fue que, extraoficialmente, me aconsejaba que buscase un hombre con el que sí quisiese tener relaciones para que me protegiese de estas cosas. Eso fue todo. Intenté solicitar protección pero me la denegaron. Me dijeron que “no había a dónde correr, que tenía que aceptar las cosas”. Lo más probable es que ahora tenga SIDA. Tengo gran dificultad para llevarme comida a la boca por los temblores que me invaden después de las pesadillas o cuando no puedo dejar de pensar en todo esto.

He llegado a acostarme sin oponer resistencia para ser sodomizado, para evitar tanto daño producto de forcejeos, desgarros y más desgarros. Pero al dejar de luchar, mi corazón y mi espíritu han sido violados también, algo que, no sé si algún día llegaré a perdonarme.»

Esta desgarradora carta llegó a Human Rights Watch cuando activistas como Stephen Donaldson, de organizaciones como Stop Prisoner Rape, alertaron sobre lo que estaba ocurriendo detrás de los muros de las prisiones. Human Rights Watch decidió publicar un anuncio en revistas como Prison Life Magazine buscando testimonios para estudiar qué era lo que estaba ocurriendo y cómo podían actuar. Esta sólo fue una de las miles y miles de cartas que recibieron. A partir de esta avalancha de relatos se llevó a cabo un estudio que ponía de manifiesto que los abusos en las prisiones no son algo casual. La investigación concluyó que existe un sistema de dominación muy definido que se basa en una dinámica de roles y que cuenta con una asombrosa organización.

La inacción de los estamentos a la hora de buscar soluciones deriva en la aparición de traumas y en el fracaso estrepitoso de un sistema que, en teoría, está construido para favorecer la reinserción social. A menudo, las vidas de los hombres acaba destruida a nivel psicológico y abandonan las prisiones más rotos de lo que entraron.