Por qué no tiene sentido el «Orgullo hetero»: La triste realidad

Últimamente escuchamos este término cada vez con más frecuencia. «Orgullo hetero». Como si la heterosexualidad tuviese la necesidad de reivindicarse frente a eso que algunos han dado en llamar «discurso de género». Suelen hablar de ello con el desdén con el que los privilegiados tratan de minimizar los problemas de los que se salen «la norma» (lo que ellos entienden como norma claro).

Para comprender por qué este «Orgullo hetero» es absurdo primero tenemos que entender qué es lo que se celebra el día del Orgullo LGTB. Por qué salimos a la calle y nos subimos en carrozas para cantar y bailar

Y es que lo que celebramos es una fiesta de igualdad y libertad. El Orgullo es una fiesta, sí, llena de colorido y alegría, pero también es un homenaje al inicio de una lucha en la que no vamos a ceder ni un paso del camino recorrido

Una lucha por conseguir unos derechos que hemos ido conquistando poco a poco. No está muy lejana la fecha en la que en muchos países era ilegal tener relaciones consentidas con alguien de tu mismo sexo. Aún nos queda trayecto que recorrer, pero festejamos por lo que ya hemos logrado. Por lo que lograron nuestros mayores y por lo que nosotros lograremos para los que vengan después. Por la dignidad de un colectivo. 

Así que… ¿tiene sentido hablar de un Orgullo hetero? Hagamos un repaso.

La heterosexualidad no ha sido nunca ilegal, en ningún país del mundo, en ninguna época. No se ha sentenciado nunca a nadie a muerte por ser heterosexual, ni se ha multado o encarcelado a nadie por este motivo. 

Ninguna pareja heterosexual recibe miradas de asco o insultos simplemente por pasear de la mano por la calle. Mucho menos agresiones por su sexualidad. Tampoco existe ningún país en el que sea ilegal el matrimonio heterosexual. 

Tener un hijo heterosexual no es una lacra para ninguna familia, ningún padre echa de casa o maltrata a su hijo por ello. Tampoco se escuchan frases como «preferiría tener un hijo deforme antes que heterosexual». 

No se escriben libros sobre cómo curar la heterosexualidad, ni se ha sometido en la historia a los heterosexuales a terapias de choque para que dejen de serlo. Ni mucho menos existen hoy en día terapias para reorientar la heterosexualidad que se centren en la anulación de la individualidad. 

La heterosexualidad ni siquiera aparece en la lista de los delitos de odio. No hay grupos violentos que asesinen heterosexuales por el hecho de serlo. 

Nadie se queja por tener que compartir un aseo o un vestuario con heterosexuales, ni se hacen campañas contra la representación heterosexual en el cine o la publicidad. 

Así pues, cuesta encontrar motivos que justifiquen la necesidad de un «Orgullo hetero». ¿Qué derechos reivindican? ¿Qué discriminaciones denuncian? Viendo las situaciones a las que nos enfrentamos cada día es simplemente absurdo que exista un día para celebrar la heterosexualidad cuando ya está normalizada (porque para aquellos que discriminan, la heterosexualidad es la norma misma).