
Reto 2020: Por cada comentario homófobo, cien manos para levantarte
Ha terminado ya el año 2019. Podemos mirar atrás y darnos cuenta de todos los logros que hemos conseguido este año. Pero llega un momento en que el confeti ya está en el suelo y las luces se encienden. Al final de la noche debemos mirarnos de nuevo en el espejo y ver cuál es la situación real. Ver todo lo que nos falta por recorrer.
Este año hemos conseguido muchas cosas, sí. Pero este también ha sido un año en el que la homofobia y la transfobia han despuntado. Y esto ha sucedido tanto en el panorama nacional como en el internacional.
Sólo en España ha habido continuas agresiones a personas por su orientación sexual. Y no son sólo las que salen en los medios. Son también aquellas de las que ni tú ni yo leemos nada, porque están silenciadas. La presión a la que se sigue sometiendo a niños y a adolescentes en hogares e institutos.

Mientras tanto, en la esfera internacional, hemos asistido a la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil. Una persona capaz de decir en televisión que prefiere un hijo muerto que un hijo gay. Y como siempre, su elección ha venido acompañada de un aumento en los ataques homófobos. Como en Brasil tenemos casos en tantos otros países. Simplemente, el señor Bolsonaro es uno de los que no se molesta en ocultarse.

En definitiva, la homofobia está dejando la clandestinidad sin ningún pudor. En nuestro país hemos asistido al ascenso de Vox, que sigue posicionándose en contra del matrimonio igualitario. Hace unos meses, al menos parecían sentir cierta vergüenza y cuidaban sus palabras. Ahora, en cambio, están consiguiendo normalizar la homofobia.
Tanto es así, que cada vez tienen menos reparo a la hora de hacer declaraciones homófobas. Ya lo han demostrado diputados como Pedro Fernández o Gádor Joya.

Hemos empezado este 2020 con los bancos LGTB+ de Oviedo arrancados para eliminar nuestros colores. Por el propio ayuntamiento. Lo hemos empezado con nuevas agresiones. Con un odio que se esconde cada vez menos. Y de verdad esperan que nosotros y nosotras mientras nos callemos y miremos sin más.
Ante esta situación, podemos hacer dos cosas. Podemos esperar y seguir limitándonos a votar cada cuatro años. Podemos esperar que otros luchen por nosotros. Podemos seguir con nuestras vidas dejando esto de lado, como si no fuera con nosotros.
O podemos levantar la cabeza y las manos.

Este año 2020 si queremos detener esta corriente de homofobia tenemos que buscar la visibilidad. Porque en el silencio es donde ellos se hacen fuertes. Ellos están acostumbrados a vociferar, pero nosotros podemos gritar más fuerte. Ya sucedió en los disturbios de Stonewall. Y si tenemos que coger su testigo y dejar claro que no estamos dispuestos a ceder, debemos hacerlo.

No podemos caer en la pasividad. Tenemos que demostrar que ningún ataque va a ser pasado por alto. Y mostrarles a los que vienen después, a los que aún no se atreven a levantar la voz, que no están solos. Que por cada comentario homófobo que oyen tienen cien manos tendidas para ayudarles a levantarse.
Este nuevo año puede ser el de la normalización de la homofobia, o el de la visibilidad. Es nuestra responsabilidad que la balanza se decante a nuestro favor. Por los que vinieron antes, por nosotros y sobre todo por los que vendrán después.