Rupert Everett ¿por qué desapareció?: La historia de fracaso y adicciones del icónico actor de ‘La boda de mi mejor amigo’

Seguramente recuerdes a Julia Roberts como todo un icono de los años 90 y en parte sea por su aparición en La boda de mi mejor amigo. La joven actriz tan solo contaba con 29 años sin embargo había perdido su atractivo en la taquilla y esta comedia romántica despertó críticas negativas especialmente respecto a la actriz. En el pre-lanzamiento, en el test que se hizo de la película antes de su lanzamiento con los pases de prueba, el público fue prácticamente unánime y la tachó de niña caprichosa. Una psicópata egoísta y una mala persona tras verla intentando arruinar la boda de su ex. Además también mostró una opinión desfavorable a la escena del cierre de la película donde ella ligaba con un atractivo hombre. En realidad, el público deseaba verla caer. 

Fue entonces cuando el director de la película recurrió a una solución de emergencia para salvar el film. Esa solución de emergencia se llamó Rupert Everett. El breve pero intenso personaje gay que nos robó el corazón fue ya definido en el guión como un hombre homosexual que bebe champán en copa de flauta durante dos escenas: Al inicio de la película durante el prólogo y en una visita relámpago a su mejor amiga, momento en el que protagonizaba una de las escenas que quedaron grabadas en nuestra memoria: el épico momento en el que aparece junto al resto de la familia cantando la icónica canción I Say a Little Prayer.

Además, Julia Roberts y Rupert aparecieron en dos escenas cómicas más, una conversación vía telefónica y el ansiado reencuentro al final de la historia. Rupert Everett fue con todas las de la ley la solución a un fracaso aparentemente irremediable. En realidad, fue el resorte justo para que el público empatizase con la protagonista de la historia y dejasen de verla como una mala persona y pasasen a verla como una simple mujer perdedora y entrañable. 

Rupert Everett salvó ‘La boda de mi mejor amigo del fracaso en taquilla’

Y es que un aliado un poco chiflado y sensible puede convertir al más malvado de los villanos en una persona entrañable. En la versión final la protagonista no conoce a ningún galán, sin embargo, cumplió el juramento que se hizo a sí misma: “No habrá romance, no habrá sexo, pero juro por Dios que habrá baile”. 

El secreto del éxito de Rupert Everett fue que logró llamar la atención del espectador en sus escasas intervenciones magistrales. Obtuvo sus momentos de gloria pero sin llegar a robar el protagonismo de toda la película completa. Su personaje fue fruto de una importante estrategia narrativa para salvar el guión, pero al mismo tiempo también fue una reminiscencia de Cary Grant o del mismísimo Oscar Wilde. No obstante, a pesar de todo, su magia residió en su capacidad para estar dentro y fuera de la película a la vez. 

Podríamos decir que para el espectador era como cualquier espectador gay haciendo comentarios mordaces desde el sofá de su casa pasando un momento divertido junto a su mejor amiga. Lo cierto es que el actor, a pesar de que llegó a resultar muy prometedor a partir de La boda de mi mejor amigo, nunca llegó a brillar dentro de la industria de Hollywood ni después de esta película. ¿La razón?

En realidad, la respuesta varía dependiendo de a quién creas o a quién escuches. Algunos decían que no triunfó debido a su carácter desagradable, otros a que se iba de la lengua y él mismo lo achaca a la homofobia de Hollywood y a que nunca le perdonaron que siempre viviese fuera del armario. 

En realidad, durante los actos promocionales de La boda de mi mejor amigo, el actor reveló una parte de su vida que no gustó demasiado. Su pasado. Que hacia la década de los años setenta fue expulsado literalmente del centro de actuación en el que estudiaba y terminó convirtiéndose en gigoló para poder pagar su adicción a la heroína. “Fue entonces cuando mi agente me hizo desaparecer llevándome a Etiopía para hacerme un lavado de cara a nivel público”, revelaría él mismo en su libro llamado Red carpets and other banana skins

“Lo cierto es que la gente me veía como un egoísta y un egocéntrico así que necesitaba sacarme fotos haciendo buenos actos. Sin embargo, la verdad es que no soportaba a aquellos voluntarios con los que colaboré con su beatería y para qué voy a mentir, ellos tampoco me aguantaban”. 

Del éxito al olvido

Contra todo pronóstico, su carrera parecía empezar a despegar. Fue uno de los nombres cotejados para protagonizar al mismísimo James Bond e incluso fue nominado en dos ocasiones a los Globos de Oro pero aquella burbuja estalló cuando se adentro en los 40 años y acabó quedando reducido simplemente al mejor amigo de Madonna. 

“Con el proyecto Algo casi perfecto desde Hollywood se propusieron comercializar mi imagen tanto como fuese posible exprimiendo mi etiqueta de hombre gay. Sin duda querían llegar a los millones de hombres homosexuales que había en América. De hecho planearon un fin de semana multitudinario con los principales invitados, todas las revistas gays que existían en la época sin que faltase el típico anuncio de Popper en la contraportada. Querían convertirme en una gran estrella a partir de aquellos millones de gays”, declaró el actor. 

No obstante, lo cierto es que aquel proyecto tan prometedor y que ya olía a éxito acabó en desastre. Imperdonables torpezas de producción, ediciones del guión debido a desacuerdos entre los dos protagonistas o el mismo director de la película quedándose literalmente dormido durante el rodaje. Todo ello llevó la película al fracaso y para colmo la crítica puso el broche de oro con titulares escandalosos. “Jamás leí críticas peores en toda mi vida. Desde entonces mi carrera se destruyó. Además, mi vello púbico se hizo cano de la noche a la mañana”, agregó el actor.

La única cosa buena que salió de Algo casi perfecto, o que al menos recibió una buena acogida del público, fue la versión que Madonna lanzó de American Pie para la banda sonora. Él sin embargo no volvió a poner un pie en los estudios. “Sigue siendo imposible ser gay y triunfar en la industria del cine. Logras salir adelante durante un breve periodo de tiempo pero al mínimo indicio de fracaso te bloquean para siempre. Honestamente jamás le recomendaría a un actor que quiera triunfar que salga del armario”, confesó.

Los creadores de Instinto Básico le descartaron declarando que “a efectos prácticos un homosexual es un pervertido para los ojos de América”. Y es que a Rupert no solo le ofrecieron interpretar papeles de personajes gays, sino que solo le ofrecían los que estaban en segunda línea. Se convirtió en un mero complemento de las películas y de los personajes principales. Algo así como un adorno. Cuando trató de acceder a proyectos de renombre como Mi nombre es Harvey Milk, los estudios le dieron la espalda. En el biopic de Milk dieron prioridad al ex marido de Madonna Sean Penn y paradójicamente la crítica se deshizo en halagos admirando su gran valentía al afrontar dicho papel.

Su pelea con Madonna y la homofobia de Hollywood

No obstante, aquella relación idílica de amistad que mantuvo con Madonna llegó a su fin después de relatar su experiencia con ella en el último capítulo de su libro autobiográfico. “Ella cojea por su casa durante media hora para después enrollarse en papel film y afrontar otra noche en vela conspirando. Del mismo modo en que lo ha hecho América, Madonna ha cambiado y se ha introducido en una cámara frigorífica. Sin embargo cuando la reina del pop se ve envuelta en una situación de estrés, saltan los plomos y es cuando el frigorífico se descongela y deja salir a la vieja camarera quejándose a gritos”.

Estas fueron las mordaces palabras del actor, quien además declaró preferir a la Madonna que conoció hacia la década de los años 80. “Exudaba sexo y exigía una respuesta sexual por parte de todo el mundo, daba igual que fueses gay. Te arrastraba. Y se pasaba toda la cena jugando con la **** de Sean Penn”. 

Desde aquel proyecto común no ha habido una sola entrevista en la que no haya salido Madonna a colación. Al mismo tiempo él no deja de reafirmarse en que es el único hombre gay que no disfruta hablando sobre Madonna. Además su homosexualidad también es uno de esos temas que nunca escapan en las preguntas que le lanzan en sus entrevistas. 

“¿Por qué te interesa tanto?¿Acaso eres un marica dentro del armario?” Respondió a un periodista cuando este le preguntó sobre las fiestas de sus padres en las que él aparecía interrumpiendo disfrazado. “¿Le preguntarías a un heterosexual si se ponía la ropa de sus padres a los 6 años? No pasa nada por hablar sobre la vida sexual de una persona pero no puede ser su único rasgo de identidad. Es algo antiguo y provinciano”.