
¿Sí o no a las etiquetas? ¿Necesitamos definirnos? ¿Qué dice la ciencia?
La sociedad señala muchos senderos en nuestra vida: nos dejamos influir por ella a la hora de establecer relaciones, de escoger un trabajo, e incluso a veces presiona sobre a quién debemos amar. Pero ¿es realmente necesario que nos definamos? ¿Venimos con ese marcador biológico o nos obligan a escoger un bando?
Las etiquetas sirven para ahorrar información a los interlocutores sobre aspectos determinados de nosotros mismos. Si alguien nos dice que es celíaco, sabemos que hay alimentos que no puede consumir. Esta palabra nos ahorra mucho tiempo puesto que pronunciándola nos ahorramos un montón de explicaciones. Pronunciando esta palabra no tenemos que nombrar todos los alimentos con que no podemos consumir.

Imaginemos que vamos a un restaurante y un camarero nos pregunta qué deseamos tomar. En lugar de enumerar los alimentos e ingredientes que no podemos consumir (trigo, cebada, centeno, pan y derivados, bollos, pasteles, productos de repostería, tartas, galletas, bizcochos, fideos, macarrones, tallarines, espaguetis, higos secos) nos basta con pronunciar la palabra «celíaco».
Como vemos sólo con el uso de esta etiqueta no sólo nos hemos ahorrado un montón de explicaciones sino que además hemos comunicado a los demás cuáles son nuestras necesidades. Por ello aquellos que hablen con nosotros actuarán en consecuencia y nos facilitarán las cosas para poder conseguir nuestros objetivos vitales. En este caso, consumir comida sana y proteger nuestra salud.
Con el caso de la orientación sexual ocurre exactamente lo mismo. La palabra homosexual, bisexual, transexual o pansexual sirve para identificarnos con todo lo que ello conlleva. Utilizándolas ahorramos explicaciones innecesarias y además ayudamos a los demás a conocernos. Esto al final repercute muy positivamente en nuestra carrera hacia la consecución de metas y la autorrealización.

¿Las etiquetas nos ayudan a ser más felices?
Las etiquetas están diseñadas como herramientas y son creadas para clasificar la realidad y que nos resulte más sencillo procesar información, pero pueden adquirir un significado totalmente diferente.
Utilizar palabras para definirnos no es algo negativo per se, aunque en muchas ocasiones se emplean como un estigma para denigrar a otros. Es la humanidad –y no el término- quien dota de un sentido peyorativo a determinadas etiquetas: gay, maricón, subnormal, viejo, etc. Todos estos ejemplos han sido transformados por algunos individuos, convirtiéndolos en armas arrojadizas para dañar a otros.
Como ves las etiquetas no son malas, sino que son herramientas comunicativas. En realidad, lo que es negativo no es la etiqueta en sí sino el uso que a veces se hace de ella. Lejos de ser una herramienta negativa nos ayuda a mejorar nuestra comunicación con el mundo y por lo tanto nos ayuda a diseñar nuestros propios caminos de vida.

La jerarquía de las necesidades humanas de Maslow
Hablemos de las etiquetas desde el punto de vista psicológico utilizando como referente al psicólogo Maslow (1943) y a su jerarquía de necesidades. El autor diseñó una teoría basada en una pirámide de diferentes niveles que deben cumplir los individuos para ser felices y sentirse completos. Veamos de forma resumida en qué consiste cada una:
Necesidades fisiológicas
Las básicas para sobrevivir. Beber, respirar, alimentarse, dormir, evitar el dolor. El sexo también va incluido en esto.
Necesidades de seguridad
La propia seguridad física, pero también a nivel económico, encontrar un trabajo, una familia, salud, vivienda, etc. Son elementos necesarios para sentirse protegido.
Necesidad de afiliación
Entramos en exigencias menos básicas. En este punto se trata de formar una sociedad: tener amistades, amor correspondido, búsqueda de afiliación. En pocas palabras implica formar parte de un colectivo que dote de sentido a nuestra vida diaria.
Necesidad de reconocimiento
Relacionada con la forma de valorarnos a nosotros mismos y de cómo somos apreciados por la sociedad. Incluye la autoestima, la seguridad en uno mismo y el valor que el individuo siente que tiene para la sociedad. Maslow decía que existía un reconocimiento inferior (ganarse el respeto y reconocimiento de otros) y otro superior (relacionado con la visión que uno tiene de sí mismo).
Necesidad de autorrealización
Este último es el más complejo. Maslow lo definió como el “deseo de ser cada vez más lo que uno es, para convertirse en todo lo que uno es capaz de convertirse”. Y este concepto resulta especialmente significativo: Lo que un hombre puede ser tiene que ser.
Por eso es importante la búsqueda de una misión en la vida, el desarrollo espiritual y la consecución de otros objetivos más abstractos. Debemos tener en cuenta que cada individuo tiene sus propias necesidades de autorrealización.

Identificar nuestros objetivos nos lleva a crear etiquetas
Para este autor el cumplimiento de las necesidades más básicas generaba la búsqueda de otras más complejas. Es decir, un individuo no podría empezar buscando la autorrealización sin tener sus necesidades fisiológicas cubiertas. Estudios posteriores demostraron que para las personas en muchas ocasiones son más importantes los últimos niveles que los más básicos, desarticulando parte de la teoría establecida por el psicólogo humanista.
Lo que quedó claro a través de este estudio y los posteriores basados en este modelo, es que la falta de algún nivel provocaba depresión o malestar. El ser humano tiene que cumplir ciertos objetivos para sentirse completo y feliz, pero ¿podemos sentirnos bien y realizados si no nos definimos como personas anteriormente?

Entonces, ¿Son fundamentales realmente las etiquetas?
Los individuos establecen objetivos que les permiten avanzar y buscar su propia autorrealización. Para buscar la afiliación, por ejemplo, es necesario saber cómo somos. Aquí reside la importancia de establecer “etiquetas” aunque sea a nivel interno para que podamos tener una línea de objetivos y finalmente podamos cumplir nuestros propósitos.
Aun así, es importante resaltar que estas definiciones que hacemos de nosotros mismos no tienen que ver con el aspecto puramente sexual del concepto, sino con lo emocional. Ser homosexual implica que la persona se enamora de otros de su mismo sexo (con todo lo que ello implica). Definirnos nos ayudará tanto a conocernos como a saber cuáles son nuestros intereses y motivaciones.

Así que aunque a nivel legal o de derechos humanos no sea obligatorio para nosotros mismos tener un concepto asociado (porque independientemente de nuestra sexualidad todos somos iguales a nivel legal ya que contamos con los mismos derechos), a nivel emocional sí nos ayuda a marcar un rumbo en nuestras vidas. Todas las personas somos iguales –por mucho que se esfuercen ciertos colectivos en decir lo contrario- pero nuestras necesidades emocionales y nuestros sueños son diferentes.
Así que, las etiquetas sí son necesarias puesto que definirse sirve para poder realizarnos como individuos. No obstante, somos seres complejos, cambiantes, por lo que tampoco debemos encasillarnos únicamente en una serie de palabras para crear el rumbo de nuestra vida. Lo importante es tener claro quién es cada uno y qué le hace feliz para poder trabajar hasta conseguirlo.