Te explicamos por qué la homosexualidad no es una conducta aprendida

El debate acerca de si la homosexualidad es algo innato o adquirido sigue provocando controversia en muchos sectores. Se han realizado múltiples trabajos que ponen de manifiesto el origen biológico de la misma, mientras que otros colectivos (conservadores y ultraconservadores en su inmensa mayoría) opinan que es una conducta aprendida y, por lo tanto, modificable

¿Cómo aprende uno a ser gay? ¿Viendo a otros? Ese es el miedo que tiene la población más tradicional (y homófoba). Temen que por el hecho de que una persona bese a su pareja delante de niños, estos tenderán a hacer exactamente lo mismo en el futuro. Los mismos que luego no se preocupan de las conductas disruptivas que cometen delante de otras generaciones. Lo que ocurre es que, al contrario de lo que ellos piensan, ciertas cosas pueden aprenderse y otras no.

A principios de los años 90 se empezaron a realizar investigaciones con la finalidad de encontrar un marcador biológico que produjese una predisposición hacia la homosexualidad. Los resultados parecen darle la razón a la ciencia: El interés amoroso no se debe a una construcción social como tal. No obstante, no existe como responsable un único gen que “te haga gay” sino que entran en juego diferentes componentes genéticos. 

Hoy queremos analizar que la conducta homosexual no puede ser aprendida a través de las leyes del aprendizaje o, mejor dicho, los principios sobre sobre la adquisición, mantenimiento y extinción de comportamientos. Existen tres normas fundamentales que explican las conductas: 

  1. Si un comportamiento se ve reforzado por un evento positivo (premio) este comportamiento se hace más probable (consolidación). De lo contrario, si se recibe un castigo, este comportamiento desaparece (se produce una extinción de la conducta). 
  2. Las conductas aprendidas pueden desaprenderse o cambiarse por otras conductas que pueden aprenderse. 
  3. Los modelos de conducta promueven ciertos comportamientos. 

¿Se cumplen estas leyes al hablar de la homosexualidad como conducta aprendida? Claramente no, pero queremos ir más allá explicando realmente por qué cada uno de estos puntos resulta inviable. 

Ley 1: Consolidación y extinción de la conducta a través del premio o el castigo

El condicionamiento operante forma parte de la corriente conductista. Siguiendo este modelo, Skinner estableció que una persona tiene más probabilidades de volver a hacer algo si lo que recibe es algo positivo (un premio) mientras que lo hará menos si recibe un castigo a cambio. Pongamos algunos ejemplos: 

  • Dar comida a un animal después de que le pida que se siente. En este caso el premio provocará que el animal repita la conducta esperando recibir más alimento cuando se lo pidan. 
  • Que te regalen un viaje o un incentivo en tu empresa por cumplir con tus metas te animará a seguir esforzándote en tu empleo. 
  • Prohibirle a un niño utilizar dispositivos electrónicos después de que le pegue a su hermano provocará que el niño reflexione antes de volver a hacerlo. 
  • Las multas de tráfico son otros castigos utilizados para que la gente no cometa infracciones. 
  • Acabar en la cárcel por cumplir un delito es un castigo que busca disuadir la conducta. 

Todos estos son ejemplos que tratan –y consiguen- alterar el comportamiento del individuo. Ahora, pensemos: ¿En cuántos países se sufren castigos por ser homosexual? ¿Cuántas veces ha sido perseguido el colectivo LGTB+? Miles de personas han sido encarceladas, torturadas, violadas e incluso asesinadas por su orientación sexual. Si la conducta fuese únicamente algo social, adaptado al condicionamiento clásico u operante, los gays habrían desaparecido tras recibir tantos castigos durante la historia de la humanidad

¿Quién hubiese deseado ser homosexual en la década de los años 60? La verdad es que nadie pues te tachaban de enfermo, loco, criminal y te maltrataban a todos los niveles. Sin embargo, seguían existiendo personas homosexuales a pesar de las consecuencias que ello implicaba. Podemos poner un ejemplo más claro aún. ¿Quién desearía ser un gay en Arabia Saudí donde serlo cuesta la misma vida? Sin embargo, existen igualmente personas homosexuales.

Ley 2: Las conductas aprendidas pueden desaprenderse o sustituirse por otras

Según este punto, una persona podría dejar de ser homosexual si se le enseñase “cómo ser heterosexual”. Se realizó un estudio (Spitzer, 2003) que ofreció resultados ampliamente criticados por la controversia y por el método utilizado. La selección de sujetos consistía en hacer encuestas telefónicas a personas que trataban de dejar de ser homosexuales. Para ello aprendían “conductas de hombres”: ver el fútbol, casarse con una mujer, hablar de deportes, etc. 

Años después el autor pediría disculpas por su trabajo que, además, no logró éxito alguno. Los hombres que se sometieron a la terapia, incluso habiendo realizado esas conductas “aprendidas” siguieron sintiendo exactamente la misma atracción que antes por individuos de su mismo sexo. 

Organizaciones como Exodus creadas por cristianos que vendían una “cura” para la homosexualidad trabajaron intentando cambiar la orientación sexual. ¿Sus pacientes? Personas obligadas por la presión familiar o individuos desesperados por sentir que no encajaban con una sociedad que marcaba unas normas concretas. ¿Cuál fue el resultado tras 35 años de funcionamiento? Que cerrasen sus puertas pidiendo disculpas a la comunidad gay por haber destrozado cientos de vidas.

Como se puede comprobar, esta ley no se cumple con el colectivo homosexual, al igual que la primera. Por mucho que se hayan esforzado a lo largo de la historia en inculcar valores o conductas diferentes a la comunidad LGTB+, ellos han seguido amando a las personas por las que ya se sentían atraídas previamente

Ley 3: Los modelos de conducta promueven un determinado comportamiento

La comunidad científica demuestra que no existe ningún modelo de conducta que nos lleve a tener una orientación homosexual. Incluso si intentásemos inculcar a otras personas este modo de vida, los resultados no variarían. Al igual que pasa con las anteriores leyes, no podemos imponer o modificar algo que ya está presente en el individuo de forma innata. 

El estudio recogido en el libro de Balthazart (2010) llamado Biologie de la homosexualité demuestra que el porcentaje de hijos homosexuales en matrimonios compuestos por homosexuales o heterosexuales es exactamente el mismo (alrededor del 10%). Por lo tanto los padres gays no pueden enseñar a sus hijos a ser gays, del mismo modo que los heterosexuales no pueden hacerlo. 

Además, a lo largo de la historia, ¿qué figuras importantes –a nivel educativo o religioso- han intentado convencer a las personas de volverse homosexuales? Ninguna. El colectivo LGTB+ se ha encargado de reivindicar su lugar en la sociedad y la lucha por sus derechos, pero jamás ha promovido un modelo que haga que la sociedad entera se vuelva homosexual. Ese tipo de actos van de la mano de otros sectores más retrógrados. 

La respuesta está en la biología y la naturaleza

Con los ejemplos anteriores creemos haber demostrado que la homosexualidad reniega de las leyes del aprendizaje y, aun así, existe en la sociedad, de forma que es inherente. Hablaremos más adelante sobre la paradoja que esto produce en relación con teorías como la de Darwin y las especies, pero sí que queremos resaltar actualmente que la homosexualidad no es algo propio únicamente de los seres humanos, sino que está presente en otras especies: 

  • Los bonobos son completamente bisexuales, apreciándose principalmente patrones de lesbianismo (alrededor del 60% mantienen esta actitud). 
  • Los elefantes mantienen relaciones sexuales y afectivas con miembros del mismo sexo. 
  • Los leones se unen con otros machos y disfrutan de su sexualidad con diferentes comportamientos, como caricias o incluso montándose sobre el otro. 
  • Los perros son de los animales en los que se ha observado una mayor tasa de erecciones con miembros de su mismo género
  • Los pingüinos forman parejas homosexuales y en el zoo de Nueva York dos machos fueron capaces de criar a una hembra a partir de un huevo. 

El problema es la falta de miras que existe en la sociedad en general. Si nos basásemos en datos científicos en vez de en opiniones creadas en una taberna, probablemente superásemos ciertos tabús. La próxima vez que alguien te diga que eres homosexual porque está de moda o porque lo has visto en la tele, pásale este artículo.