
Zonas ‘libres de LGTB’ en Polonia y distribución de pegatinas que lo garantizan
Está sucediendo. En Polonia la clase política de la extrema derecha ha empezado a moverse contra el movimiento LGTBI. Y su poder es suficiente como para tomar medidas que afectan directamente a los ciudadanos. Ya no se trata sólo de que no avancemos en nuestros derechos, sino que en pleno siglo XXI estamos retrocediendo.
Comenzó la región polaca de Swidnik, aprobando en marzo de 2019 una resolución que rechaza la existencia de personas LGTBI. Según ellos, las personas así no existen, y por tanto cualquier legislación para defendernos es sólo ideología.
Ninguna política de inclusión, o de rechazo a la homofobia. Ningún tipo de educación a generaciones futuras. Nada. Y esa fue sólo la chispa que encendió la mecha de una increíble homofobia institucional.
Desde agosto de 2019 se han declarado más de 30 zonas libres de LGTBI en Polonia. Algunas de ellas son zonas tradicionalmente conservadoras, como Pequeña Polonia o Lublin. Estas políticas han sido comparadas por muchos con las políticas de segregación nazis (descubre más sobre Ana Frank y su sexualidad) que designaban zonas libres de judíos. Eso fue durante el Tercer Reich. Parece que no hayamos aprendido nada.
De hecho se han diseñado unas pegatinas específicas que se están empezando a colocar en diferentes lugares. Estos símbolos garantizan a sus visitantes que el ambiente está libre cualquier persona LGTB, lo cual incentiva la discriminación gratuita, la violencia y el ataque contra la dignidad humana del colectivo y sus derechos fundamentales.

Pero no se trata sólo de una medida política. Como ya sabes, la clase política es en gran medida el reflejo de una sociedad. A día de hoy los ciudadanos polacos están normalizando la homofobia y los ataques contra LGTBI. Muchos los apoyan.
El 20 de julio de 2019 se celebraba en Bialystok la primera marcha del Orgullo Gay. Sin embargo, esta fue eclipsada por una aún mayor. Miles de miembros de grupos de extrema derecha se congregaron para atacar a los manifestantes. Algunas de sus consignas eran «Bialystok libre de pervertidos» o «Dios, honor y patria».
Y aunque todos esperábamos una condena institucional unánime a este ataque, no sucedió. De hecho, el arzobispo de Cracovia definió a las personas LGTBI como una «plaga arcoíris». Y Jarosław Kaczyński y antiguo primer ministro, presidente de uno de los partidos políticos mayoritarios, agradeció sus palabras.
Polonia sólo es la punta del iceberg. Pero tiene que servirnos para darnos cuenta de que tenemos el peligro en las puertas. El auge de la extrema derecha en Europa es una realidad, y nos afecta. Ya no se trata de uno o dos locos con un megáfono. Se trata de personas que llegan a las instituciones y toman decisiones. Hacen leyes. Y estas marcan no sólo nuestras vidas, sino las de los que vienen detrás.
Son ya treinta zonas libres de LGTBI en Polonia. Lugares donde se niega nuestra existencia. Donde se nos trata impunemente como enfermos o degenerados. Ni siquiera hablamos de matrimonio igualitario, o de otros derechos. Hablamos de que dentro de Europa se está permitiendo esta estigmatización.
No dejemos que sigan avanzando.